A veces se dice que la región de Oriente Próximo es la cuna de la humanidad. Sin embargo, Jordania es además, el centro de otra historia aún más antigua: la tectónica de placas.
Geografía y clima
Sin duda, es uno de los paisajes más sorprendentes del Reino Hachemita de Jordania. Al oeste del país, cerca del Jordán y de la frontera con Israel, el Gran Valle del Rift, una falla geológica de 5.000 kilómetros de longitud, muestra al viajero que visita este país la deriva de los continentes y la unión de las placas africana, arábiga y asiática. En este territorio forma una importante depresión que llega hasta los 408 metros por debajo del nivel del mar. Se prolonga hacia el sur del país, desembocando en el Aravá, una auténtica inmensidad de arena y piedras, antes de llegar al golfo de Áqaba, la única apertura al mar del país.
El norte del país tiene una zona montañosa, con altiplanos que se elevan hasta los 1.500 metros de altura, dominando un valle propicio para la agricultura. En esta región se fundaron las tres principales ciudades del país: Amán, Irbid y Zarqa.
Hacia el este, las mesetas se van transformando en una estepa, que anuncia, por su parte, el desierto. Este ocupa tres cuartas partes de la superficie de Jordania.
Jordana tiene un clima mediterráneo. Al recorrer el país , te darás cuenta de que las temperaturas varían mucho, alcanzando los 50 grados en el valle del Jordán.
Fauna y flora
Para ser sinceros, Jordania no es el destino ideal si te apasionan la fauna y la flora, aunque sí que existen algunas zonas protegidas y los beduinos cuidan la biodiversidad de su país. El desierto y la caza son en gran parte la causa de la falta de animales. Sin embargo, además de los camellos que te llevarán hasta Petra, podrás ver cabras montesas escalando con agilidad las paredes más verticales y contemplar algunos especímenes del iris negro, la flor nacional.
