Deleitarse con delicias culinarias
No tiene sentido viajar a Jordania si te acabas de poner a dieta. Hay mezes, falafels y chich kebabs, pero, sobre todo, unos dulces muy contundentes y con mucha miel, de influencia típicamente turca, libanesa y egipcia. Es imposible resistirse.
Conocer gente amable
Los jordanos son acogedores por naturaleza. Enseguida se dirigirán a ti para charlar un poco. Otros te ofrecerán espontáneamente un té a la menta. Otros, pagarán discretamente tu viaje en autobús. No querrás volver a casa.
Flotar sobre el mar Muerto
El mar Muerto es un auténtico mito. Se llama así porque su índice de salinidad impide que haya vida en él. Hay tal concentración de sal que es imposible sumergirse sin subir inmediatamente a la superficie. No te harán falta los manguitos, flotarás tú solo. Túmbate boca arriba, flota en la superficie sin esfuerzo y aprovecha para leer el periódico o un buen libro.
Caminar por el desierto, siguiendo los pasos de los aventureros
Adéntrate varios días en el maravilloso desierto del Wadi Rum. Ya vayas a pie, en todoterreno o, por qué no, a caballo como Lawrence de Arabia, la arena roja y las rocas de formas imposibles te estarán esperando.
Admirar Petra, una de las maravillas del mundo
Considerada una de las 7 maravillas del mundo, Petra es un sitio de obligada visita durante tu
viaje a Jordania. Hay muchísima gente, pero si vas temprano por la mañana, en cuanto abra, podrás descubrir prácticamente solo el Khazneh, el tesoro de Petra. Más hacia lo alto, el monasterio también es impresionante.