
Un viaje a Kenia est la ocasión ideal para sumergirse en un país donde las prácticas religiosas difieren de las que conocemos en Europa. Es sorprendente para los ojos occidentales ver hasta qué punto los keniatas creen en las ciencias ocultas.
En pleno corazón de África oriental, Kenia es una gran paradoja. Por una parte, es un país muy abierto y muy turístico, pero por otra también es muy supersticioso y tiende a las antiguas creencias, la magia negra y la medicina alternativa. Aunque están vinculados a una religión de las "clásicas", muchos keniatas están fuertemente arraigados a creencias ancestrales.
Es especialmente en el interior, en la Kenia más profunda y más auténtica, donde estas creencias perduran más. En las tribus más pequeñas, los mayores transmiten la tradición oral a los jóvenes, cosa que resulta en historias demasiado absurdas para nuestras mentes occidentales. Pero los keniatas creen en ellas con pasión.
En Kenia, los cristianos representan alrededor del 75% de los creyentes. Son la religión más representativa del país. Dentro de este grupo, los protestantes son muchos más que los católicos. La mayoría de estas congregaciones desarrolla un trabajo increíble para ayudar a los más desfavorecidos, los necesitados y los enfermos. Incluso en los rincones más remotos de la selva, los sacerdotes construyen clínicas y mantienen las escuelas en funcionamiento.
El 10% de musulmanes se concentra geográficamente en la costa. Los puertos de Mombasa y Malindi eran históricamente los puntos de llegada de los mercaderes árabes. Por eso la mayoría de musulmanes viven aún hoy en día en la costa. Al contrario que en Tanzania donde el islam es exclusivamente suní, en Kenia, aunque minoritario, existe un islam chiíta.
También en la costa, la comunidad indígena introdujo el hinduismo en Kenia. Su participación en las religiones del país es simbólica, pero si, durante tu viaje a Kenia te paseas por las calles de Mombasa, terminarás viendo uno de los numerosos templos hindús.