Para disfrutar de actividades ligadas a la montaña y al mar
Las montañas de origen volcánico dominan el sur de la isla y ofrecen numerosas posibilidades: desde la simple caminata pasando por el barranquismo, la escalada, la VTT, etc.
Las playas no son numerosas pero las actividades de agua no faltan, sin embargo. En Porto Moniz, en la punta noroeste de la isla, podrás bañarte en las piscinas naturales. Además, por todas partes, paseos en barco, buceo, surf o windsurf te esperan.
Por sus caminatas fáciles y agradables
Aunque Madeira sea una isla, ¡uno va allí más para caminar por sus montañas que por sus playas! A lo largo de las "levadas", ingeniosos canales de irrigación creados para recuperar y llevar el agua de lluvia, las posibilidades de marcha son múltiples y muy fáciles de acceder, seas deportivo o no.
Los más valientes podrán atacar el Pico de Ruivo, la cumbre más alta de la isla (1816m).
Por su tranquilidad insular
Vivir en Madeira es agradable, ¡el clima es muy importante pero no es lo único! La gentileza de sus habitantes y la dulzura de su forma de vida no se quedan atrás. Funchal, su capital, se descubre a pie a lo largo de las calles escarpadas o a lo largo del puerto. En los mercados, encontrarás productos del mar así como frutas locales, miel y numerosos productos derivados de la caña de azúcar.Por la gran riqueza de su flora
A causa de la suavidad de su clima a lo largo de todo el año, el archipiélago de Madeira puede enorgullecerse de una flora variada y exuberante, lo que le vale el sobrenombre de "Jardín del Atlántico": buganvillas, azaleas, camelias, aves del paraíso (el símbolo de la isla)... por no hablar de los árboles de plátano, palmeras datileras, tunas y caña de azúcar, entre otras.
Para hacerte una idea de esta flora, ve al jardín botánico en la parte alta de la ciudad de Funchal.
Finalmente, su Laurisilva es un bosque de laureles clasificado como patrimonio mundial de la UNESCO desde 1999.
Por la suavidad de su clima a lo largo de todo el año
Pequeña piedra verde perdida en el océano Atlántico, en la misma latitud que el sur de Marruecos, la isla portuguesa de Madeira es uno de los pocos lugares del planeta ¡donde se vive bien a lo largo de todo el año!
Hace entre 17 y 20 ºC en invierno, y alrededor de 25ºC en verano: ¡en resumen, nunca demasiado calor y nunca demasiado frío! El clima es subtropical, lo que favorece una gran riqueza floral.