Situadas en el mazico del Atlas Central, las gargantas del Dades desvelan un paisaje que corta la respiración : vertiginosas paredes de tonos ocres, rojos y violetas que a veces recuerdan a los grandes parques norteamericanos y que, sin duda, son imprescindibles en un viaje por Marruecos.
Recuerdo las carreteras serpenteando por un paisaje árido y subiendo según los extraños accidentes geológicos del paisaje local, antes de volver a descender a una pequeña aldea bereber con su kasbah, rodeada a menudo de un verde oasis. La región ofrece asimismo un amplio abanico de paseos y rutas de senderismo en los macizos vecinos. La región cuenta también con numerosas cuevas trogloditas que solían estar pobladas por las tribus bereberes y que ahora se han transformado en alojamientos para los numerosos turistas que acuden a la región.
Situado entre Boumalne e Imdiazen, el valle de la Garganta del Dadès es absolutamente sublime. Es, en mi opinión, uno de los lugares más bonitos del país, que no hay que perderse durante un viaje por Marruecos. Es uno de los cañones más impresionantes de todo el país, con sus colores absolutamente increíbles, especialmente a la puesta de sol.
Los habitantes del valle, los bereberes, son especialmente acogedores y hospitalarios. Te invitarán de buen grado a tomar un té, comer e incluso dormir en sus casas. Los aficionados al deporte están de suerte: allí se puede practicar descenso de ríos, senderismo o escalada.
La mejor época para explorar la Garganta es en primavera, cuando las temperaturas no son muy altas y el valle está cubierto de flores.
En el valle del Dades, conocido como el "valle de los mil kasbahs", he podido ver hasta qué punto la naturaleza es esencial para la vida local.
Las cumbres nevadas del Atlas Alto y del djebel Sarhro al sur, no solo sirven para entusiasmar a los turistas, sino que son esenciales para el riego de los cultivos. He visto en los mercados lo importante que es la venta de las nueces y de los higos para la subsistencia de las familias. Todo el valle vive al ritmo de los cultivos.
Y para terminar mi viaje con algo bello, me dirigí a la garganta del Dades, a unos diez kilómetros de Boulmane-Dadès. Pude admirar este espectáculo vertiginoso donde la coloración de las rocas alterna el rojo y el malva y donde los kasbahs se funden con el espectáculo teñido de verde de los jardines de las gargantas.