La ciudad de Merzouga en sí casi no tiene interés. Situada en los confines de las redes de carreteras del país, la ciudad tiene la apariencia polvorienta y desoladora de un puesto avanzado al borde del desierto más grande del mundo. El centro dispone de numerosos restaurantes y agencias sin encanto, destino único de los turistas de paso. Porque el principal interés de Merzouga no se encuentra en la ciudad en sí, mas en el formidable paisaje natural que la rodea: el principio del desierto del Sahara y las más bellas dunas de la región.
Para una experiencia auténtica, reserva durante tu estancia en Marruecos, una excursión en camello por el desierto preferentemente en temporada baja y más de un día para ir un poco más lejos por las dunas de arena y por donde casi no hay rastro del paso de cientos de expediciones diferentes.
Con el paso de los años y gracias a su desarrollo, Merzouga, ciudad que hace las veces de puerta de entrada al mítico Sáhara, se ha convertido en uno de los imprescindibles del turismo en Marruecos. Te recomiendo encarecidamente que visites este lugar, ya que las dunas de Erg Chebbi son majestuosas.
Hace algunos años, muy poquita gente conocía la existencia de este lugar y la belleza de estos paisajes. Sin embargo, está claro que el secreto no ha podido ocultarse durante mucho tiempo. Hoy en día son muchos los turistas que hacen cola para poder disfrutar de los maravillosos colores de los amaneceres y puestas de sol del desierto. La consecuencia de todo esto es que Merzouga ha evolucionado a una velocidad impresionante. Los alojamientos brotaron de la tierra, o más bien de la madera, y las agencias proponen actividades cada vez más variadas. Aparte de los típicos paseos en dromedario, en moto y en un todo-terreno, así como de pasar una noche en el desierto, ahora también se puede hacer snowboard por las dunas o viajar a Tombuctú en dos meses a lomos de un camélido. Aunque hay que decir que actualmente no se aconseja realizar este tipo de actividades debido a los problemas de seguridad existentes en las zonas de Argelia y Mali. Mejor conformarse con las actividades que proponen en Merzouga. Hay un montón de cosas que hacer sin tener que poner tu vida en peligro.
Merzouga comunica con una parte del desierto del Sáhara. ¡Realmente, el desierto de Merzouga es una maravilla! Tiene cincuenta kilómetros de largo por cinco de ancho. Es una extensión de dunas doradas. Antes que hacer una excursión al desierto de Zagora, yo te aconsejo más el de Merzouga. La arena de las dunas tiene un color que es casi rojo y no hay tanta vegetación, si lo comparas con el otro.
Como ya habíamos hecho la excursión en dromedario por Zagora, decidimos explorar el desierto a pie e hicimos un picnic en mitad de las dunas. Menos por la arena que se nos filtraba a cada bocado, guardo muy buenos recuerdos. Después fuimos a escalar la duna más alta que había a nuestro alcance. ¡Uf, qué trabajito cuesta trepar por una duna! Eso sí, las vistas que nos esperaban en lo alto merecían de sobra tanto esfuerzo.