Dambulla se encuentra en el corazón del triángulo cultural de Sri Lanka. Se ha convertido en un lugar principal de peregrinaje, cuando en la región se descubrieron las grutas trogloditas que albergan más de 150 estatuas de Buda. El sitio principal, formado por 5 grutas, se encuentra en una colina de 160 metros de alto, dominando la región. A sus pies se encuentra el templo de oro, con su estatua de Buda sentado, de una altura de 30 metros. Allí podrás visitar un museo dedicado al budismo antes de subir los escalones que llevan al santuario, sin olvidar de comprar tu entrada (sería una tontería llegar hasta arriba sin el sésamo).
La subida no es muy larga, pero no hagas caso a los vendedores ambulantes a no ser que claramente te interese. Lo que sí que tienen son botellas de agua para refrescarse. Una vez arriba, te recibirán los monos, y las vistas sobre los alrededores harán que tu esfuerzo haya merecido la pena. Como fui fuera de temporada, estaba tranquilo, lo cual fue de agradecer.
El nombre del santuario «del Buda acostado», hace referencia a la mayor estatua del sitio, un Buda de 15 metros de largo. Además de las estatuas, una de las grutas tiene un pequeño estupa y todas ellas están decoradas con pinturas muy coloridas. La mayor mide 150 metros de largo. Ten en cuenta que hay que descalzarse para la visita, así que si tienes mucha sensibilidad en los pies, ponte calcetines, ya que, además, el interior de las grutas no está muy limpio y, por ejemplo, puede haber excrementos de murciélago.
Para mí, Dambulla es una visita indispensable, pero no cometas el mismo error que yo: no hace ninguna falta que pases la noche allí. Sigue tu camino esa misma tarde, ya que podrás hacer la visita en una sola mañana. Así tendrás tiempo de descubrir otros destinos, como, por ejemplo, la roca de Sigiriya.
El Triángulo Cultural es una visita obligada en cualquier viaje a Sri Lanka. Y, como Dambulla se encuentra en el corazón de este triángulo y cuenta con magníficas grutas, es imprescindible hacer una parada aquí.
Desde la entrada, un inmenso Buda dorado domina el lugar. Se exige ir vestido de forma correcta, así que nada de pantalón corto. Tras 15 minutos de caminata para alcanzar la cumbre de la colina, me adentro en la primera de las cinco grutas del sitio. Albergan cientos de estatuas de Buda y preciosos frescos murales. Dambulla rebosa belleza. Sin embargo, la ciudad no tiene el mismo encanto que las grutas. Te aconsejo que te alojes mejor a 25 kilómetros de distancia, en la tranquilidad del campo de Sigiriya.
Aunque menos frecuentado que otros sitios religiosos del país, Dambulla forma parte de las visitas importantes si quieres recorrer Sri Lanka descubriendo su historia.
Fui a los templos de oro de Dambulla al final de la tarde tras haber pasado el día en los alrededores de Sigiriya. Me sorprendió el aspecto artificial de la entrada al sitio y su enorme Buda dorado. Por el camino que lleva a las grutas, prácticamente a cada paso me reclamaban los mendigos o los vendedores ambulantes, que pueden llegar a ser bastante insistentes. Además del precio de la entrada, hay que pagar una consigna para dejar los zapatos. Por suerte, yo llevaba una mochila.
El interior de las grutas me pareció al mismo tiempo austero e impresionante. Me pregunté cómo era posible que esas grutas pudieran haber sido creadas por el hombre. Podrás ver infinitas representaciones de Buda. La más impresionante era el Buda acostado de Maha Alut Viharaya. Descubre mi experiencia consultando mi cuaderno de viaje.