Hay templos, un casco viejo colonial, un jardín real, una laguna... y todo rodeado de montañas. Sobran los motivos para hacer una parada en Kandy durante un viaje por Sri Lanka.
Aconsejo:
Para alojarte, busca algo en la parte alta de la ciudad, por ejemplo, en el barrio de Hantana. Aparte de ser más tranquilo, tendrás una vista panorámica inmejorable de Kandy y los valles que la rodean.
Mi opinión
Más que cualquier otro tipo de ciudad, me encantan las ciudades cargadas de historia. Siempre desprenden una energía característica. La antigua capital del reino de Kandy es ahora un centro neurálgico de Sri Lanka y uno de los pilares del budismo en Asia Meridional. Hay tanto que hacer y tanto que ver en Kandy, que una sola opinión no basta para describirla a fondo.
Como es habitual en Sri Lanka, en cuanto te sales del centro, todo se convierte en un caos absoluto. Con tanto follón y tanta gente, conseguir bajarse del autobús ya es una gran hazaña. Pero luego, en cuanto consigues escapar de la zona de la estación, descubres una ciudad llena de encanto, con un urbanismo heredado de la época colonial.
Por supuesto que ya de entrada tenía previsto ir al templo del Diente de Buda, a orillas de la laguna Bogambara. Hay que hacer la visita justo antes del anochecer. Es cuando se celebra la puyá de la noche, una experiencia que puedes compartir con los peregrinos.
Si estás de tiendas por el centro, desconfía de los relaciones públicas que te abordan en plena calle prometiéndote las mejores gangas. Yo me fié de un chaval que hablaba francés con un acento impecable. ¡Menudo timo!
Los alrededores de Kandy ofrecen un sinfín de posibilidades para el senderismo. Consúltalo con algún guía local para organizarte.