Una pandemia y un confinamiento después nos encontramos buscando en internet lugares a los cuales se podía acceder sin restricciones, teniendo en cuenta que todos nuestros anteriores planes habían fracasado estrepitosamente.
Las vacaciones estaban, literalmente, a dos semanas y las esperanzas de poder hacer un viaje grande se nos iban agotando. Si la gente podía ir a Tanzania, era un destino viable, por qué no? Tras comparar algunos precios en la plataforma de Evaneos me puse en contacto con Tabia safaris (con diferencia los mejores precios y una agencia local). Ese mismo día recibí un correo de Olga, donde nos explicaba como estaba la situación en Tanzania y sobre cómo podíamos adaptar el viaje a nuestra medida.
Con toda la situación vivida teníamos muchas dudas y mucha incertidumbre, ya os podéis imaginar, pero Olga supo responder y tranquilizarnos estando disponible en todo momento para nosotras por email y por WhatsApp. Adaptamos los vuelos, añadimos unos cuantos días a la ruta, nos ayudó con la contratación del seguro con intermundial para tener cobertura en caso de alguna afectación debido al covid-19 y finalmente en un par de días lo teníamos todo contratado, además con la seguridad de saber que si el viaje se cancelaba podríamos hablar las cosas y posponer el viaje sin perder el dinero.
Cuando por fin llegamos a Arusha decidimos dar una vuelta con alguien que conociese la ciudad así que contactamos con Jefta (uno de los agentes allí) y en 10 ' nos habían mandado un guía al hotel. Peter, solo tenemos palabras de agradecimiento para él, nos enseñó la ciudad, nos consiguió el mejor café al mejor precio, nos guió el último día un trekking por el monte Meru y nos mostró el buen corazón de la gente del lugar. No podéis dejar Tanzania sin haber conocido a Peter, y creedle cuando os diga que esperéis a hacer las compras el último día en Arusha que él sabrá donde llevaros, durante el safari todas las cosas triplicaban o más su precio, totalmente comprobado. Y si queréis llevar algo de material escolar o cosas útiles para la gente de allí él os llevará a un lugar donde será muy bien recibido y lo necesitan.
El segundo día conocimos a Gabriel, nuestro guía y chofer para el resto del viaje, quién se esforzó al máximo en que pudiésemos ver la mayor fauna posible y unos paisajes extraordinarios. Junto a él pudimos ver:
- Tarangire, alucinaréis con la cantidad de elefantes que hay
- Lago Manyara, debido a las lluvias recientes estaba inundado y es donde menos animales pudimos ver (se podía escuchar a los hipopótamos) pero la excursión en bici súper recomendada para conocer el pueblo y la gente
- Serengeti, el increíble Serengeti, no hay palabras, después de haber estado es Sudáfrica y visitar el Kruger pensamos que sería mas o menos del estilo, pero desde luego estábamos equivocadas, es lo más salvaje que hemos conocido hasta la fecha, el paraíso de los animales en libertad y qué cantidad de animales, a veces no sabíamos dónde mirar. RECOMENDACIÓN: Subimos hasta el norte, cerca del río Mara para intentar ver LA GRAN MIGRACIÓN y vaya si lo conseguimos, todo un espectáculo. Si podéis no os lo perdáis, pero teniendo en cuenta lo que se tarda en llegar si lo hubiésemos sabido hubiésemos hecho el viaje más largo para añadir una o dos noches más aquí.
- Ngorongoro, donde por fin pudimos ver el rinoceronte negro que tanto se nos resistió en este viaje, aunque fue desde el mirador nos fuimos felices de comprobar con nuestros propios ojos que aún viven y que se les sigue protegiendo.
Un EXTRA que hizo de este viaje una experiencia única y legendaria es que para bien o para mal pudimos descubrir el país en unas condiciones únicas, sin turistas, sin apenas coches en los parques nacionales (nos cruzamos con un máximo de 5 coches), debido a que algunos hoteles aún no habían abierto se nos ofreció subir de categoría en algunos hoteles por un poco más de precio, hoteles que no nos hubiésemos podido permitir en otras circunstancias.
Todos los hoteles en los que nos alojamos eran de 10 en su categoría, no olvidaremos nunca el trato y las comidas del Karatu, además nos olvidamos algo de bastante valor y junto con Gabriel se preocuparon de hacérnoslo llegar hasta Arusha. Y tampoco podremos olvidar nunca el Hotel lago Masek donde pudimos bañarnos en la infinity pool bebiendo una cerveza mientras veíamos el atardecer y donde los Masais nos encendieron una hoguera para secarnos y mantenernos calientes, fue un trato absolutamente increíble.
En definitiva, un MUST como viaje. Las circunstancias, TABIA SAFARIS, y la gente de allí nos enseñó mucho, gracias por haberlo hecho posible. Nos llevamos un pedacito de Tanzania para siempre con nosotras. Asante sana marafiki.
HAKUNA MATATA