Me encantó Bwejuu, un pueblecito sin pretenciones, no invadido por los grandes hoteles. Al contrario, allí podrás encontrar infraestructuras más pequeñas, e incluso habitaciones individuales por 50 dólares en los coquetos y acogedores bungalows de madera que hay en la misma playa, sobre la arena y frente a los cocoteros. Es ideal para relajarse de la forma más sencilla. Allí, el verdadero lujo es estar tan cerca de la playa y de la naturaleza (es más "roots").
Allí nos alojamos, acunados por el sonido de las olas, escuchando el viento meciendo las hojas de las palmeras y tapados con una mosquitera. Era todo muy romántico. Me encantaron el lado salvaje de Bwejuu y la amabilidad de sus habitantes, sobre todo de las mujeres del pequeño centro de artesanía, que fabricaban telas de cera locales.
Durante el día, mirábamos pasar a las mujeres y a los pescadores. Se puede caminar por la playa, rodeada por un bosque de cocoteros increíble.
Desde Paje, la carretera a Bwejuu es muy buena, pero presta atención para no pasarte el cartel de tu hotel. Después, tendrás que seguir una pista de arena durante 10 minutos para llegar a la playa (y ese es precisamente el encanto del pueblo, que está intacto y lejos de todo).