Si durante vuestro viaje por Jamaica tenéis previsto pasar algún día de playa, Negril es un buen lugar. Esta enorme extensión de arena blanca es turística en verdad. Sin embargo, aún conserva un ambiente tranquilo y su encanto. Aquel lugar se adapta a cualquier bolsillo y preferencia. Los captadores de clientes se suelen aproximar a los hoteles más caros, por lo que si váis a otros estaréis más tranquilos.
Me encantó ir de kiosco en kiosco buscando el mejor "jerk chicken", típico plato de pollo marinado en abundantes especias y salteado, que no me decepcionó en absoluto. Desde luego, deciros que la mejor gastronomía no la vais a encontrar en los hoteles, ya que suelen adaptarse a gustos más suavizados de los turistas. Y en Negril hay montones de pequeñas joyas si estáis dispuestos a buscarlas.
Realmente no hay un centro de la ciudad en Negril, ya que es una ciudad artificial que consiste únicamente en hoteles que se suceden a lo largo de una larga playa de 7 millas. Sin embargo, hacer una mini caminata a lo largo de diferentes momentos del día es bueno: un montón de entretenimiento tanto de día como de noche, reggae a todo trapo con potentes altavoces, bares, playas privadas más distinguidas y tranquilas...
El West End, otro de los barrios cerca del acantilado, cuenta con hoteles más económicos, y una oferta alternativa también más barata en cuanto a gastronomía, con terrazas con vistas al océano. Muchas agencias ofrecen excursiones que no debería perderse uno, como el combo de Black River y las cataratas YS.
Me encantó Negril, por supuesto por sus cristalinas aguas color turquesa, la arena blanca y los cocoteros, por el ambiente reggae y el relax... allí hay de todo. En cambio, la feroz competencia de hoteles con piscina doble y playas privadas es dolorosa. No se corresponde para nada con la imagen de playas salvajes y desiertas que tenía en mi mente. Hay demasiadas construcciones, es demasiado turístico y popular... ¡pero vale la pena ir a su playa!