Me encantó la pequeña aldea de El Tunco y su gente. Allí tuve la oportunidad de conocer a un grupo de turistas de varias nacionalidades, principalmente motivados por su pasión por el surf, lo que hizo que se quedaran en aquel lugar más tiempo del previsto. Los salvadoreños aprecian esta presencia de personas menos fugaz que la de un turista ocasional, lo que permite intercambiar experiencias interesantes.
Me encantó la playa, mágnífica, de arena negra. Era una pena, eso sí, que no estuviera más limpia y mejor mantenida; el mar devolvía a la orilla la basura. Aun cuando no hagáis surf, las orillas de esta playa son perfectas para pasear, sobretodo después del mediodía, y con una luz increíble. Si durante vuestro viaje a El Salvador queréis encontrar un lugar donde relajarse unos dias, entonces El Tunco es la mejor elección.