Este monasterio, construido entre 1727 y 1736, es uno de los pocos que logró escaparse de la purga de Stalin. Originalmente, se construyó para acoger los restos mortales del primer buda mongol, Bogd Khan Zanabar, aunque posteriormente, durante sus años de mayor actividad, albergó hasta 8 000 monjes.
Siempre me ha interesado visitar templos, pero este tenía algo especial. Tiene algo de irreal poder ver este monasterio que se erige en solitario en el valle, rodeado de estepas desérticas. Considero que el conjunto es verdaderamente asombroso y pude ver tankas y estatuas muy interesantes, aunque muchas de ellas sufrieron diversos durante la época comunista.
Este edificio posee una marcada unidad estilística (algo que no es muy frecuente en Mongolia) y en la que predomina la influencia china así como una hábil mezcla de influencias mongolas y tibetanas.