Llamada así por haber sido la tierra que acogió a los esclavos negros (los cafres), Plaine des Cafres es un altiplano que apreciamos por su naturaleza verde y su frescor, un lujo nada despreciable en una isla en la que la temperatura se aproxima frecuentemente a los 35ºC. Poco transitada, esta ruta permite pasar del sur al este de la isla a través de paisajes vírgenes sin viviendas, lo que encanta a los amantes de los rincones aislados.
Plaine des Cafres es también el emplazamiento de la Maison du Volcan (la Casa del Volcán), una mina de información sobre el Pico de la Fournaise y los volcanes en general, con una gran cantidad de vídeos, maquetas y herramientas fascinantes a la vez que lúdicas, cine 4D, proyecciones holográficas y pantallas táctiles que encantan a pequeños y grandes desde hace generaciones. Este museo es, ante todo, un observatorio volcánico que vigila la actividad sísmica de La Fournaise.
Pasé un día en La Plaine des Cafres con unos amigos de Reunión. Decidimos hacer un picnic tradicional cerca del bosque de Notre Dame de la Paix. Este bosque de gran altitud ofrece un recorrido botánico que hicimos juntos antes del almuerzo.
Es más bien un paseo de alrededor de una hora muy sencillo. El paseo me permitió sin embargo internarme en un bosque muy bien conservado con muchos árboles endémicos de Reunión. Unas pequeñas señales (desgraciadamente un poco estropeadas) indicaban sus nombres y características. Descubrí la madera de Corteza, llamada así porque su corteza se desprende con mucha facilidad, el Mahot o incluso la madera de Rampart, muy tóxica, a pesar de sus adorables flores en forma de tulipanes. Los niños que estaban con nosotros disfrutaron mucho de este paseo, subiéndose a lo Tarzán por los troncos y colgándose de las lianas que aparecían por el camino. Al final del circuito, en el mirador, pudimos disfrutar de las impresionantes vistas del río de Remparts, que habíamos dejado para el final.
Tras este pequeño paseo, nos fuimos muy contentos a sentar en unas bonitas casetas colocadas en el sitio para probar un buen carry recalentado allí mismo en un fuego de madera: un bonito momento compartiendo y descubriendo las costumbres locales. En el camino de vuelta, el cielo despejado nos permitió contemplar el paisaje pintoresco de La Plaine des Cafres.