De todo lo que pude ver durante mi viaje por Hawái,Puna es la parte más original y salvaje de Big Island. Parecía estar en los confines del mundo, con su selva tropical por todas partes, las playas de arena negra y los paisajes de lava endurecida...
Los pequeños pueblos diseminados por el distrito son más hawaianos que americanos en su estilo, si es que se puede decir así, pues son más pequeños, con pequeñas tiendas, pequeñas casas de madera y vegetación natural, pero no necesariamente bien cuidada.
Es una sensación agradable y parece que aquí el hombre no ha tenido mucho impacto en el ecosistema... e incluso como si no hubiera llegado.
Me encantó la pequeña playa de Kehena, de arena negra, y se puede ir tanto con traje de baño como sin él... desnudos. Nada mejor que eso para quitarse complejos de encima y disfrutar al 100% del sol. También es una de las pocas playas de Big Island donde hay olas que se pueden surcar, quizás no son lo suficiente grandes para el surf, pero sí al menos para divertirse un poco.
Un punto en contra son las torrenciales lluvias tropicales, que suelen caer quizás varias veces al día. Es mejor que no os amedrentéis y salgáis de excursión de todos modos, ya que en Puna no faltarán cosas que podréis ver , como el mercado de Pahoa, el Parque Nacional Lava Trees, y sin olvidar, por supuesto, el volcán Kilauea en en el Parque Nacional de los Volcanes: ¡inconfundible e impresionante!