Al soltar tu mochila en el campamento de Huatiac, seguramente habrás dicho "¡uff!". Y sí, estarás tan hecho polvo que no serás capaz ni de articular una frase entera. Prepárate para comunicarte con onomatopeyas: "Ya está"; "la vista era wow", "pero, ¡ay! el descenso", "¡ah! Ñam comida"...
Lo has entendido, la caminata que precede al campamento es tanto dura como maravillosa. Para resumir el día: has subido un desfiladero a más de 5.000 metros de altitud, con un desnivel negativo de 1.500 metros, y te has encontrado con un puñado de niños emocionados que te rogaron jugar un partido de fútbol con ellos. Todo ello tras varios días de caminata. Comento los detalles del paisaje que son conmovedores, para preguntarse cómo un entorno de tanta belleza puede todavía conservarse del turismo excesivo.
Sin duda alguna, tienes que venir a hacer un recorrido por la Cordillera de Huayhuash en tus próximas vacaciones (de verano o primavera), reserva inmediatamente tu billete de avión a Perú.
"Todo esfuerzo tiene su recompensa", es la primera frase que me viene a la mente cuando pienso en lugares como Hatun Cuyoc o Huatiac.
Cada vez que llego a una base de campamento sigo el mismo ritual: cambio mis zapatillas de marcha por un viejo par de cómodas deportivas. "Uff, mis pies pueden respirar un poco" y me acurruco en mi bufanda de alpaca. Después llega la cena. ¡Los kilómetros dan hambre! Le sigue la ducha (fría) cuando el lugar ofrece esa posibilidad. Después me siento sola frente a las lagunas y las montañas y trató de grabar en mi memoria todos los pequeños detalles que me rodean: el azul de la laguna, el pico de la montaña, la mirada de la llama que me observa en la distancia. A veces conocemos a los habitantes de las aldeas vecinas. A veces la comunicación es difícil, pero en esos casos basta una sonrisa. No puedo olvidar ninguno de los momentos pasados allí arriba. Pronto llega la hora de cenar y después de acostarse, y sí, ¡los amantes del trekking se levantan al alba!