Una ciudad imprescindible durante un viaje a Canadá para los amantes del arte y de la cultura. Tanto en invierno como en verano, Montreal está muy orientada a ofrecer una cultura accesible para todo el mundo.
Como a mí personalmente me interesan mucho el arte y la cultura, me pareció que esta ciudad tenía un potencial artístico muy prometedor. Allí se crean constantemente pequeños grupos de artistas eclécticos y multidisciplinares, generando así un auténtico tejido cultural.
Pintura, fotografía, música, circo, escultura... Hay para todos los gustos. La ciudad cuenta con 38 museos, pero, además, con galerías de arte, bares con música en vivo, salas de espectáculos y festivales.
En verano, Montreal y sus festivales de renombre internacional se han convertido en toda una tradición. El barrio de los espectáculos, llamado Quartier des Spectacles, es el centro neurálgico de las actividades culturales de verano. Sobre todo, no te pierdas los Tam-Tams del Mont-Royal, una reunión espontánea de percusionistas que tiene lugar cada domingo.
Durante mi viaje a Canadá, decidí empezar por Montreal para poder aclimatarme y descubrir esta famosa ciudad, tan típicamente norteamericana pero que ha sabido mantener su dimensión humana.
Los habitantes de Montreal valoran los pequeños placeres de la vida, como quedar en uno de los muchos bares de la calle Sainte-Catherine, o comerse una "poutine" (queso fundido sobre patatas fritas) en La Banquise, el mejor lugar para probar ese plato.
También me gustaron la amabilidad de la gente, la proximidad de las ardillas (que te encontrarás por todas partes) y la cantidad de francófonos, gracias a lo cual pude hacerme entender en todas partes, sin tener que preocuparme.
Montreal: ¡una ciudad para vivirla y pasear por ella!