Durante tu viaje por el este de Canadá, las cataratas del Niágara son de visita obligada. Sería una pena no pararse en Niagara-on-the-Lake. Esta pequeña ciudad de 15.000 habitantes parece no haber cambiado nada desde el siglo XIX.
Me pareció que tenía mucho encanto, con sus callecitas bien cuidadas, sus múltiples pilones y parterres floridos, así como sus casas de fachada de ladrillo rojo con columnas blancas. Aun así no di la vuelta en calesa, demasiado hortera.
Hay un montón de bodegas de vino en esta región, con mucha actividad vinícola. Por una vez fui infiel a los vinos franceses y probé una degustación de vinos de Ontario, que eran bastante dignos. Opino que es el lugar ideal para alojarse, lejos de la agitación de las cataratas del Niágara.