El Parque Nacional Manuel Antonio es un excelente lugar para observar un gran número de especies animales típicas de Costa Rica y, por sí solo, supone un recorrido muy agradable a realizar durante tu estancia en Costa Rica. La parte más desagradable podría ser la llegada al parque, ya que, al igual que todos los lugares con una fuerte atracción turística, el camino está sembrado de todo tipo de puestos de venta para turistas.
Antes de entrar al Parque, podrás contratar a un guía que te acompañe en el recorrido y te ofrezca las explicaciones pertinentes. ¡No te pierdas esta oportunidad! El ojo experto del guía, armado con sus prismáticos, será capaz de detectar a los animales encaramados en las copas de los árboles (perezosos, monos, etc.). Debo admitir que me habría sido casi imposible verlos aunque me los hubieran señalado con el dedo. El resultado fue que, en lugar de un simple paseo por el bosquecostarriciense, nos encontramos algunos con animales e insectos en su hábitat natural.
Y, al final del recorrido, ¡a nadar! En un agua que no será muy refrescante... ya que está cerca de los 25 grados.
Durante mi viaje a Costa Rica, nunca había observado tal densidad de biodiversidad en un solo lugar como en los 16 km² de este parque. Tras escapar de un proyecto inmobiliario de estación balnearia de lujo, este zoo a cielo abierto fue afortunadamente protegido en 1972 gracias a su estado de Parque Nacional. Para limitar el impacto del turismo, importante en este sitio, la dirección del parque ha decidido reducir el número de visitantes a 600 diarios entre semana.
Desde el camino de acceso al parque, pude observar capuchinos, monos ardilla, mapaches y perezosos encaramados a los árboles. También hay que estar pendiente del océano: los delfines nariz de botella, los delfines moteados y las ballenas jorobadas a veces ofrecen un espectáculo inolvidable. Iguanas y lagartos también pasean por las playas paradisíacas. Entre las playas que rodean el parque, mis preferidas son playa Espadilla Sur y playa Puerto Escondida.