Durante mi viaje a Cuba, llegué un sábado por la noche a Las Tunas. Escuchaba a lo lejos música, y el bullicio indicaba que estaba pasando algo interesante a unos metros de mí. Cual fue mi sorpresa cuando por casualidad, y en medio de la ciudad, me topé con un auténtico rodeo. Fue sólo después cuando me enteré de que se trataba de un festival semanal y que ese era el último al que tendría la oportunidad de asistir.
Mi visita a Las Tunas había comenzado a toda velocidad, y se terminó de forma más tranquila paseando por sus hermosas calles. Efectivamente, disfruté mucho deambulando por las calles de Las Tunas que son encantdoras las mires por donde las mires. Al ser especialmente sensible al arte escultórico, me quedé encantado con las calles repletas de esculturas, el estilo es particular aunque realmente bonito.