Enclavada en una cavidad rocosa, en el Mediterráneo, Piran parece flotar entre la tierra y el mar, rodeada por las aguas azules que dominan su increíble centro histórico. Pasear por Piran siginifica retroceder a la época del dominio veneciano en la región y descubrir la impresionante arquitectura de la ciudad, de estilo gótico veneciano, a través de su laberinto de calles, plazas, arcos e iglesias vertiginosas que parecen salir de la nada.
Es una localidad que, además, cuenta con numerosos restaurantes y bares para el visitante ocasional. Los eslovenos están especialmente orgullosos de este lugar y te recomendarían, sin dudar, que hagas una parada en Piran durante tu estancia en Eslovenia. Ten en cuenta que no eres ni serás el único que descubre las bellezas de esta ciudad, y en verano puede ser un poco asfixiante, incluso insoportable. ¡Así que visítala en temporada baja!
Esta pequeña ciudad al borde del mar constituye una zona llena de monumentos históricos, con calles estrechas (de ahí que se haya restringido la circulación de automóviles, lo que no sería posible en muchos otros lugares), casas pegadas las unas a las otras e iglesias y plazas pavimentadas. La arquitectura de este lugar es similar a la italiana, como es el caso de otras ciudades de la costa.
Si quieres observar la ciudad y el mar desde un mirador, sube por el casco antiguo y sus murallas; desde allí podrás contemplar un idílico paisaje de postal, casas con techos de tejas rojas y un campanario dominándolo todo, con el mar al fondo.
Al caer la tarde o al final del día podrás ir a orillas del mar a tomar un café o un helado mientras disfrutas de la vista; si puedes, contempla la puesta de sol desde el océano.
Piran me maravilló durante mi itinerario por Eslovenia. Después de haber sentido el espíritu austriaco del país en el Triglav y su alma eslava en Liubiana, allí tuve la sensación de estar en Italia. Su cercanía a Venecia y su pasado comercial con la ciudad de los canales explican la arquitectura veneciana que puede verse en las calles de Piran.
Te aconsejo que empieces visitando la plaza Tartini y que después te pierdas paseando por las callecitas de la ciudad. Súbete a las murallas para tener unas vistas de toda la ciudad desde lo alto. Tras una buena cena de marisco en uno de los restaurantes del paseo marítimo, camina hasta el faro al caer la noche, cuando se encienden las luces. Es un lugar mágico.