Ubicada en un cruce de caminos estratégico de Europa, Eslovenia ha conocido una historia compuesta de dominaciones hasta su independencia en 1991, y luego su integración a la Unión Europea y a la Otan en 2004.
Una auténtica joya situada en el cruce de varias culturas, Eslovenia ofrece a los visitantes paisajes impresionantes y bien conservados desde el sur de los Alpes hasta la costa del Adriático, con el hermoso puerto de Piran y la región del norte de Istria, donde podrás probar los primeros aceites de oliva locales de gran calidad.
Ubicada en el centro del país, Ljubljana es una bella capital de tamaño medio, donde es agradable pasear a pie y recorrer el mercado central y las hermosas iglesias católicas y ortodoxas, un bello patrimonio histórico. La capitital da una muestra del carácter multicultural del país, en el que los asuntos religiosos parecen haber sido tratados con serenidad y tolerancia. Al salir por la noche podrás encontrar un entorno underground a veces envidiado por las grandes capitales europeas.
Los eslovenos son bastante hospitalarios con los visitantes, y si te detienes en Maribor, no puedes dejar de probar la producción local de vino blanco. En la carretera hacia la costa del Adriático, haz una parada en la ribera del lago intermitente más grande del continente, el lago Cerknica.
Pero tal vez prefieras hacer el legendario ascenso al monte Triglav, la cumbre más alta del país, y en el centro de una de las reservas naturales más grandes de Europa, el Parque Nacional Triglav. Para los aficionados al deporte de invierno, ven a conocer una bonita estación de esquí, Kranjska Gora, donde da gusto estar tanto en invierno como en verano. Después, baja al sur para seguir el curso del hermoso río La Soca, con sus aguas azules y verdes de una claridad extraordinaria. Mientras lo recorres, podrías parar en muchos de los pintorescos pueblos eslovenos.
Para los aficionados a la espeleología, no te pierdas las Cuevas de Skocjan, declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, o la gruta de Postojna, un auténtico laberinto subterráneo. Por último, para los amantes del arte barroco y las fotos de postal, acércate a Bled, con su iglesia situada en un islote en medio de un lago de color turquesa.