El departamento de "Toto" (como se le conoce en Guatemala) no está entre los lugares imprescindibles a visitar durante un viaje a Guatemala, quizá con la excepción del pueblo de San Andrés Xecul, famoso por su iglesia de color amarillo azafrán y fachada sincrética, posiblemente la más bonita y la más conocida del país (forma parte de la guía Lonely Planet, así que se considera un emblema guatemalteco)
El interés turístico de Totonicapán no es comparable al de Antigua o el Lago Atitlán, pero esto no tiene por qué ser negativo. Una de las cosas que encuentro más fascinante en Toto es la potente organización comunitaria de los 48 cantones, que reclaman orgullosamente la herencia del líder indígena Atanasio Tzul, quien fue hasta la corte del rey de España para reclamar las tierras robadas por los conquistadores. La organización es una de las bases de las movilizaciones sociales. Manteniendo su herencia prehispánica, la comunidad es ejemplar en términos de cohesión, de defensa del territorio, de democracia directa y participativa (asambleas que cambian cada 1 de enero, y que no duran más de un mandato) y en la oferta de servicios públicos que el Estado ha dejado de ofrecer.
Si quieres profundizar en tu viaje, te aconsejo que contactes con la población local a través de sitios de "couchsurfing" y que trates de entender la historia y la organización de esta comunidad. La visita al bosque comunitario de Toto, algo alejado de la ciudad, nos descubre un lugar muy cuidado (algo muy raro en Guatemala, donde nos encontramos basura por todas partes), mantenido por los propios ciudadanos.
Este departamento, próximo al Altiplano guatemalteco, está poblado mayoritariamente por indígenas mayas de la etnia quiché. Cada dos por tres, la ciudad de Totonicapán da de qué hablar, por culpa de las tensiones sociales. Hay medidas gubernamentales que los indígenas perciben como discriminatorias y suele haber protestas para exigir un mejor acceso a la educación, la tierra y los servicios públicos. Pero lo que yo me llevé de mi estancia en esa parte de Guatemala fue una experiencia inolvidable de colectividad, gracias a los días que pasé en casa de una familia de artesanos. Muchos aldeanos de Totonicapán se han unido a un programa muy interesante de acogida en hogares familiares de músicos o artesanos, como alfareros o tejedores.
Aunque es bastante tranquilo el resto del año, el departamento de Totonicapán se llena de agitación durante las fiestas patronales, que se celebran el 29 de septiembre en honor a su patrón, san Miguel Arcángel. Las calles se llenan de danza y se organiza toda clase de desfiles con música.