A mí, que me encantan los arrozales, ¿cómo no me iban a gustar las terrazas de Jatiluwih? Imagínate una sucesión de pequeños pisos esculpidos en las colinas, formando suaves curvas que se extienden por las pendientes. En estos pisos crece un cereal de gran importancia en Bali y en el resto de Asia: el arroz.
Los arrozales de Jatiluwihy el sistema de riego tradicional balinés están clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en calidad de paisaje cultural. La gestión del agua la realiza un Subak, una especie de cooperativa municipal que gestiona los recursos necesarios para el cultivo. Este sistema de irrigación se realiza según la filosofía de Tri Hita Karan, que busca la simbiosis entre las actividades humanas, naturales y espirituales. Es un paisaje realmente relajante y, para mí, imprescindibledurante un viaje a Bali.
Después de tanto rato de scooter o coche, con el calor de los árboles que bordean las carreteras de Bali, ¡qué alegría al bajarse en medio de un paisaje tan espléndido! Uno se queda primero estupefacto y después maravillado al ver el volcán Batukaru alzándose al fondo de los arrozales de Jatiluwih.
Si eres tan aventurero/a como yo, baja por el caminillo que va hacia las aldeas. Si no lo eres tanto, contrata a un guía, estará encantado de enseñarte los rincones ocultos y de contarte historias sobre las aldeas y el volcán.
Su puntito a favor: los colores te inundan los ojos con una visión de Bali muy distinta a la de las playas y el surf.
Su puntito en contra: te puedes perder de verdad; hay que saber recurrir a la gente de allí (y pagarles) para «ver» la zona.