En un viaje a Islandia en invierno podrás gozar de fallas que se encargan de separar continentes, de piscinas termales, de volcanes y glaciares. Asimismo podrás maravillarte con las cuevas de hielo, increíble espectáculo ofrecido por la naturaleza, ya que se levantan cada año de manera natural debido al frío que impera en esta época y que se han convertido en uno de los iconos de esta increíble tierra de fuego y nieve.
Cuevas de hielo, grietas formadas por la actividad de las placas tectónicas, aguas termales, playas de arena negra y todo ello rodeado de espectaculares paisajes nevados, es lo que ofrece Islandia en invierno a sus visitantes. Ponte en contacto con los agentes hispanohablantes seleccionados por Evaneos, que se encargarán de prepararte un viaje de ensueño por tierras islandesas.
Aprovecha tu viaje a Islandia en invierno para conocer una de sus impresionantes atracciones naturales: las cuevas de hielo. Formadas durante este período del año en el glaciar de Vatnajökull, el más grande del país, cada una es diferente en forma y tamaño, pero tienen en común un espectacular color azul y una impresionante belleza.
Las aguas termales son características de este país del norte del planeta y disfrutarlas durante la temporada más fría del año es la mejor opción, especialmente para huir de las bajas temperaturas. Por eso durante tu viaje a Islandia en invierno no debes dejar de visitar la Laguna Azul, un balneario geotermal ubicado entre campos de lava con aguas de un color azul turquesa que te dejará un grato recuerdo.
En tu viaje a Islandia en invierno puedes aprovechar para visitar algunas de sus playas de arena negra, no en vano esta isla es de origen volcánico. Una de las imprescindibles es la playa Reynisfjall que se encuentra muy cerca del pueblo y donde podrás admirar una impresionante pared de columnas de basalto y las formaciones rocosas de Reynisdrangar.
Dentro de la famosa ruta turística llamada Golden Circle, hay lugares verdaderamente impresionantes. Uno de ellos es Thingvellir, conocido por haber albergado el lugar en el que el parlamento islandés se reunía desde el siglo X hasta el XVIII. En este recorrido disfruta también de un paseo por la grieta de Silfra, formada por la separación entre la placa tectónica norteamericana y la euroasiática.
Desde el 22 de diciembre hasta el 20 de marzo es invierno en Islandia y en contra de lo que se pueda pensar, las temperaturas no son tan extremas como en otras partes del mundo. Eso sí, ten en cuenta que el clima es algo cambiante durante esta estación pudiendo variar bastante en un mismo día, algo que, en cualquier caso, se ve recompensado con las luces que ofrece este destino y que son un auténtico regalo para los viajeros.
La mejor época para viajar a Islandia es durante el verano: las temperaturas son agradables y los días largos con bastante luz. Según las regiones, también puedes ir en mayo y en septiembre, cuando hay menos turistas y el clima sigue siendo agradable, aunque debes tener en cuenta que algunos circuitos o lugares cierran durante estos meses. Entre los meses de octubre y abril, el país está sumido prácticamente en la oscuridad, pero podrás asistir al magnífico espectáculo de las auroras boreales, con un poco más de frío y menos horas de luz, eso sí.