Funchal, capital de la isla, es un lugar que no puedes perderte si visitas Madeira.La ciudad está orientada hacia el mar y su puerto está siendo reformado para permitir la llegada de grandes cruceros.
Me gustó pasearme por las calles de la Zona Vehla. El mercado, Mercado dos lavradores supone una delicia para la mirada: puestos de frutos exóticos y de flores llenos de colorido y mujeres con vestidos tradicionales que se suman al folklore local. Lo cierto es que este lugar resulta muy turístico y los precios demasiado altos.
Me gustó sobre todo montar en el teleférico que lleva hasta los jardines de Monte. La ascensión se hace a una velocidad lo bastante lenta como para poder admirar el paisaje, mas el trayecto resulta breve, nada aburrido. Me divirtió echar este vistazo indiscreto a las casas y jardines privados desde lo alto. La clave de la visita es, en mi opinión, el jardín botánico: una verdadera joya. Me gustó deambular por los jardines de cactus y jugar al escondite en medio de espesos helechos.
Comenzamos nuestra visita a Funchal acudiendo a la oficina de turismo para informarnos de las posibilidades en cuanto a la práctica del senderismo. Compramos una guía muy completa que incluía un mapa.
Luego caminamos por las calles, visitamos el colorido mercado y después fuimos a tomar un tentempié en una pequeña y bonita cafetería.
Salimos enseguida a explorar el jardín botánico. Cogimos un autobús y subimos muy alto, a través de un laberinto de calles muy estrechas. Los conductores deben estar atentos, ya que, en algunos lugares, es difícil de cruzar. Aunque también conducen lo bastante rápido, como para llegar sin problemas a todas partes.
Nos encantó la excursión al jardín botánico. Es precioso, con flores por todas partes y con hermosos árboles. Es un verdadero placer pasear por sus caminitos y descubrir las diferentes secciones: los cactus, las plantas autóctonas de la isla, los árboles, las flores y palmeras... Salimos encantados de allí, y aprovechando el espectáculo callejero bajamos desde allí caminando.
Funchal esuna etapa obligada en todo viaje por Madeira. Aterrizamos una mañana muy temprano en Funchal; teníamos previsto pasar 10 días en esta isla portuguesa. Nos dimos dos días para conocer Funchal y sus alrededores más próximos. La ciudad es muy agradable: un mercado con muros decorados de azulejos, pequeñas calles en pendiente, iglesias coloniales y un puerto lleno de cafés.
Ya que Madeira es una isla, aprovechamos la oportunidad para comer pescado: el plato típico de aquí es el pez espada a la plancha, ¡una auténtica delicia! También probamos la bebida local, llamada poncha. Se trata de un cóctel a base de aguardiente, limón y azúcar de caña.
En Funchal también hay muchos jardines: el clima subtropical resulta benéfico para la proliferación de la flora, y las temperaturas son suaves: no hace ni mucho calor ni mucho frío, por lo que no hay obstáculo ninguno para dar buenos paseos.