Ir hasta Jarkhot, es reunirse con el alma nepalés en su forma más auténtica. El pueblo probablemente no ha cambiado nada desde la edad media, y tu visita a Nepal llegará aquí hasta lo más profundo y remoto. Aquí se vive como se vivía hace siglos, aparte de algunos hornos solares instalados en las terrazas con los que los habitantes recalientan la sopa y cuecen sus huevos.
Los techos están repletos de banderitas de oraciones, a las que el viento no para de hacer bailar. Las calles son muy estrechas y sinuosas, y en ocasiones se tropieza con los muestrarios de piedras talladas con textos sagrados. Se puede hacer un pequeño recorrido por el templo, pidiendo permiso al Lama, y caminar por la antigua fortaleza, que se encuentra parcialmente en ruinas, y cuya proximidad nos hace olvidar la época en la que vivimos.
*Traslos fuertes terremotos sufridos en Nepal en abril y mayo de 2015, el país sigue reconstruyéndose poco a poco. Este artículo se ha escrito antes de la catástrofe.