El Parque Nacional de Erawan consta de siete cascadas desperdigadas que están unidas por un camino de varios kilómetros. Con el agua turquesa y transparente, los pececitos y el murmullo de la corriente, uno tiene la sensación de estar prácticamente en el paraíso. Es posible hacer picnic en la orilla como hacen los tailandeses, pasear por los estanques o bañarse (con ropa) a los pies de las cascadas.
Me gustó mucho pasar algunas horas en este entorno magnífico y fuera de lo común. A pesar de la cantidad de turistas que había allí, siempre se encuentra algún rincón para descansar y disfrutar de la naturaleza. Te sentirás lejos de Bangkok y del tumulto de la ciudad.
Por desgracia, como ocurre en todos los sitios naturales y turísticos que se visitan durante un viaje por Tailandia, la entrada parece la de un parque de atracciones, con sus casetas y sus tiendas de souvenirs.