En mi opinión, Crimea es lo suficientemente bella y salvaje como para no perder demasiado tiempo en su capital, Simferópol, que a pesar de sus atractivos no es imprescindible durante un viaje a Ucrania. El centro de la ciudad desvela paisajes sorprendentemente soviéticos con sus grandes avenidas y sus plazas rodeadas de imponentes edificios comunistas. Algunas calles comerciales e iglesias aportan un poco de encanto a la ciudad, que cuenta con unos 3500 habitantes, principalmente rusófonos.
Por lo que te aconsejaría no eternizarte para disfrutar de la belleza de la península de Crimea, sus montañas, su magnífica y accidentada costa, sus playas y otras ciudades históricas como Sebastopol. Todo esto después de haber considerado la evolución política in situ.