Me encantó parar en la ciudad de Sucre durante mi viaje por Bolivia, pero, tras pasar algunos días en la ciudadela blanca, ya tenía ganas de más aventuras. Después de visitar la oficina de turismo, me decidí por mi próximo destino: el Cráter de Maragua.
Al día siguiente, me levanté al alba. Tras una hora y media de autobús, llegué al pintoresco pueblo de Chataquila. Visitamos la capilla del pueblo y tomamos una parte del Camino Inca que une los pueblos de Chataquila y Chaunaca. Durante unos 10 kilómetros, los valles de colores se extendían ante nuestros ojos. También vimos un cráter. Según nos explicó el guía, al parecer no se conoce el origen del Cráter de Maragua. ¿Fue un meteorito, la tectónica de placas? Sigue siendo un misterio.
Después de parar para comer, llegamos al pueblo de Maragua, situado en pleno centro del cráter. Allí pudimos conocer a la población local. Por desgracia costaba comunicarse con ellos, ya que solo hablaban quechua. El guía nos hacía de intérprete. Nuestra última etapa fue la Garganta del Diablo, antes de tomar el minibús en dirección a Sucre.