Río es una gran ciudad tentacular, puerta de entrada de casi todo viaje a Brasil. Sin embargo, la ciudad ha sabido mantener su encanto y exclusividad en algunos lugares. Es el caso del barrio de Santa Teresa, en lo alto de la ciudad. Si no eres un fanático de la playa, alojarte en este barrio puede ser una muy buena opción. Podrás bajar a la playa cuando te apetezca.
Paseando por el barrio podrás ver bonitas villas y unos bares muy agradables y tranquilos. Santa Teresa es un barrio de gente de bien, sobre todo de artistas e intelectuales.
El barrio festivo (y a veces un poco desordenado) de Lapa se encuentra a dos pasos. Es el spot de los turistas, de los jóvenes y de algunos burgueses bohemios durante las nights cariocas.
Aunque para los brasileños el barrio de Santa Teresa carezca de interés, para los turistas extranjeros es una de sus visitas preferidas. Pese a que no da al mar como Ipanema o Copacabana, es uno de los rincones de Río de Janeiro que más me gustaron. El encanto de este barrio reside en su vegetación, muy presente en toda la zona, sus bonitas casas de colores y sus numerosos talleres de artistas, abiertos al público. También cuenta con muy buenos restaurantes, más auténticos y menos turísticos que los de la playa. Recuerdo especialmente un plato de pasta a la marinera que estaba para chuparse los dedos...
Te recomiendo sobre todo que visites el Parque das Ruínas, desde donde se puede disfrutar de unas excelentes vistas del Pan de Azúcar, la bahía de Guanabara y el centro de Río. Un lugar de visita obligada es la escalera decorada con piezas de cerámica de colores, obra del artista chileno Jorge Selarón.
Sin embargo, para mi gusto el barrio se ha vuelto demasiado turístico en los últimos años, por lo que ha ido perdiendo progresivamente su autenticidad. Además, tendrás que estar muy atento cuando recorras las calles de este barrio, ya que los turistas son el principal objetivo de los delincuentes.