Ambatolampy tiene muchos ríos y los aprovecha tanto para realizar cultivos de maíz, arroz y fruta, como para criar truchas. La miel de la región también es muy reconocida. La ciudad puede hacer alarde de sus especialidades artesanales. Además de la destacada labor que realizan los apicultores, desde hace siglos, algunas familias transmiten, generación tras generación, sus conocimientos sobre forja y fundición. Han pasado de la fabricación de armas a la de baterías de cocina y objetos de arte de aluminio, bronce o cobre.
La ciudad también cuenta con un interesante museo entomológico en el que están representadas más de 6.000 especies de insectos procedentes de todo el mundo, como la cigarra y el ortognato.
Durante tu visita no puede faltar un recorrido por el magnífico macizo de Ankaratra, cuyas cimas superan en muchas ocasiones los 2.000 metros de altitud. Si te interesa el trekking, puedes intentar subir los 2.643 metros del monte «que no se libra de las nubes», el Tsiafajarona, que es el tercero más alto de la isla.