Era el Año Nuevo chino y, por supuesto, el ambiente era muy movido. Además de ver lo más típico de la ciudad, sus gatos (símbolo del lugar), su jardín de orquídeas y su mirador sobre el río, aquí pude vivir las festividades de Año Nuevo, con sus dragones, fuegos de artificio y tambores. Un lugar ruidoso pero insólito; lo viví de cerca acompañado por una familia interesada en compartir sus tradiciones. ¡Simplemente genial!
Si no tienes esta suerte, puedes dar un paseo a lo largo del río Sarawak y visitar su extraña mezquita rosada; al otro lado del río no te puedes perder el atentado paisajístico que representa el inmueble de la asamblea del estado de Sarawak.
Kuching también es el punto de partida para penetrar en el Parque Nacional de Bako y visitar el centro de readaptación de orangutanes de Semonggok, al sur de la ciudad. No tengas ninguna prisa durante tu visita.
Durante un viaje por Malasia, pasé varios días en Kuching. El centro de la ciudad se visita bastante bien a pie. Dividido en dos por el río Sarawak, se puede llegar a la otra parte del río gracias a unos barquitos de pescadores.
Kuching, como todas las ciudades de Malasia, ofrece varios platos y especialidades como el cake lapis (pastel multicolor) o el kolo mee (fideos con carne de cerdo) que están disponibles en las zonas de restuaración de la ciudad.
La ciudad también es un buen punto de salida para realizar muchas excursiones en los parques y reservas, como la reserva natural de Semenggoh Sarawak, el Parque Nacional de Bako o las casas comunales.