Un paseo por las callejuelas del pueblo de Røros es como deambular en un museo al aire libre, y la mayoría de los edificios están bajo la protección de la UNESCO.
Gracias al clima estable, aunque frío, mucha gente viene a esquiar en esta región de Noruega, pero como solamente había esquiado unas pocas veces antes, decidí decantarme por otro tipo de aventuras. Pasamos toda una tarde tirados por perros en trineos cruzando paisajes mágicos de los alrededores, una experiencia que no olvidaré jamás. Asegúrate de hacer una reserva con antelación, especialmente si viajas por la zona en la época de Navidad, ya que la ciudad se llena de turistas en esa época del año.
Si eres de los que les gustan probar especialidades locales, en Røros encontrarás una gran variedad. Me pareció muy buena su selección de carne salada y seca, servida con pan crujiente y cerveza negra - la cerveza de Navidad. Puedes visitar «Frøya’s Hus », un buen lugar para comer y ver tiendas de regalos - en esa antigua casa de campo (justo en medio del pueblo) encontrarás platos tradicionales locales.