La joya de la visita a Ryn es su castillo y puede distinguirse de lejos. Hoy, se ha transformado en un hotel excepcional que además acoge un restaurante de lujo. El resto de monumentos de esta pequeña ciudad no me pareció ser de gran interés y no merecen mucha atención por parte del visitante. Si no eres un amante del senderismo, de la naturaleza o de los paisajes nevados, esta pequeña aldea de 3000 habitantes situada entre dos lagos (Olow y Ryn) no tiene mucho que ofrecer.
En conclusión, para los visitantes (como yo) que en general buscan un ambiente dinámico y con muchas cosas que hacer, Ryn no es ideal. Aunque no puedo negar que acercarse a la aldea por la carretera, ver como sirve de puente entre los dos lagos, tiene su encanto. Personalmente, recomiendo otros lugares de Polonia como Gdansk o Cracovia.