Una vez instalada en la barca, me dejé guiar totalmente por la barquera (o Superwoman), que usaba los pies para remar, con una sonrisa en los labios.
Me conquistaron la tranquilidad y la atmósfera indescriptible de Tam Coc, la bahía de Halong terrestre. Me encantó acurrucarme en la barca para poder acceder al interior de las grutas con techos bajos y estalactitas brillantes.
El paisaje cárstico y sobrecogedor de esta región, combinado con el sonido de las ramas rozando el agua me transportó a otro mundo. Salimos de nuestra ensoñación cuando la barquera se detiene y nos indica que hay que salir. En principio, es solo una parada. Ascendemos para llegar a la primera pagoda y, al darnos la vuelta, vemos las barcas bailando sobre el agua verde esmeralda y unos riscos casi amenazantes: las vistas son espléndidas.
Para llegar al embarcadero, se atraviesa el mercado del pueblo, pequeño y encantador.
Fui a visitar las grutas de Tam Coc en invierno y a última hora de la tarde, así que éramos pocos, como te imaginarás. Con el cielo gris, los arrozales planos y verdes, y el río en calma, nos montamos en una barca con una mujer vietnamita. La particularidad de las mujeres que llevan las embarcaciones es que... ¡reman con los pies!
La naturaleza te rodeará por todas partes y te impresionará. El paseo en barca, por su lentitud, te dejará apreciar cada detalle del paisaje.
Sin ruido, atravesamos los canales jalonados por inmensas piedras que salen de ninguna parte, rodeados de una vegetación exuberante, seguidos por los patos y contemplando las típicas casas de pescadores. El tiempo se detiene. Para todos aquellos que van en busca de calma y tranquilidad, este paseo es ideal. Al adentrarte en las grutas, tendrás una luz que quedará genial en las fotos.
Dos excursiones interesantes son la bahía de Halong marítima y la bahía de Halong terrestre. Si estás de viaje por Vietnam, te conviene compaginar las dos.
En Ninh Binh tendrás que alquilar una bici. La excursión a las grutas de Tam Coc comienza con un paseo muy agradable en la bici. ¡Cada uno a su sillín! ¡Seguidme! Media hora después, dejamos las bicis en el embarcadero. La gente del pueblo se ofrece a llevarnos por el río. Las remeras impulsan las barcas de la manera tradicional... ¡con los pies! La verdad es que no parece nada práctico, pero hay que reconocer que ellas se manejan muy bien.
Durante dos horas, las barcas se deslizan silenciosamente por mitad de los arrozales, montañas y montes con forma de dedal. Tres veces se atraviesan las montañas por debajo. El techo está tan bajo que hay que agachar un poco la cabeza. Es un paseo fantástico por mitad de un paisaje natural espectacular. ¿Cómo ha podido crear la naturaleza semejantes paisajes? De los que vi en Vietnam fueron los más bonitos.