En el trayecto para llegar a Jericoacoara, nuestra camioneta se paró unas horas en la playa de Guajiru. Barcas de colores y unas cuantas casas en la orilla del mar, Gajiru sigue siendo poco conocida por los turistas.
Algunos aficionados al kite surf se acercan los fines de semana y los días de feriados para disfrutar de esta hermosa playa casi desierta.
En mi paso, tras un almuerzo improvisado en uno de los restaurantes de pescadores junto al mar, disfruté de la tranquilidad de la playa. Con la marea baja, el mar forma unas piscinas naturales entre los bancos de arena. Es muy agradable bañarse en ellas mientras que el agua recalentada por el sol del mediodía alcanza rápidamente temperaturas que llegan a los 30 grados.
Desgraciadamente Guajiru no era mi destino final en este viaje, y tuve que volver a partir rápidamente, aunque lamenté no haberme quedado más tiempo.