Ouro Preto es la ciudad barroca mejor conservada del país, lo que, en mi opinión, la convierte en una de las visitas obligadas de cualquier viaje a Brasil. La ciudad está construida sobre varias colinas, por lo que prepárate para subir y bajar cuestas (mucho cuidado los días de lluvia, el pavimento se vuelve deslizante y es muy peligroso).
Me gustó especialmente la calma que reina en Ouro Preto, que contrasta muchísimo con el bullicio permanente de las grandes ciudades como São Paulo o Río. La belleza y la riqueza de sus monumentos no hicieron más que confirmar la buena impresión que ya tenía de esta ciudad. Fundada en el siglo XVIII, Ouro Preto debe se riqueza a sus yacimientos de oro. Tanto este material como la madera fueron utilizados para construir algunos de los más bellos edificios religiosos de Brasil, como la Iglesia de San Francisco de Asís, la de Nuestra Señora del Carmen y la de Nuestra Señora del Pilar. ¡Infórmate acerca de los horarios de apertura!
La visita a una de las antiguas minas de oro hará las delicias de los más pequeños. La mina de Chico Rei permite caminar un kilómetro a través de sus galerías. Por último, hacer una mención especial a la gastronomía regional, tan sabrosa como variada.