Las Salinas de Janubio fue en otros tiempos uno de los negocios más importantes de todas las Islas Canarias, pues la sal que aquí se producía servía para la salazón y elaboración de conservas de pescado en todo el archipiélago. En la actualidad, esta actividad ha perdido parte de su auge por la aparición de las nuevas tecnologías, y aun así continúa funcionando siempre, pero ahora poniendo especial énfasis en la producción de sal marina de la más alta calidad.
Las Salinas de Janubio están separadas del océano por una lengua de lava volcánica que cierra la laguna de las salinas, y por una gran playa de arena y gravilla negra. No muy lejos de allí se encuentran las cuevas submarinas volcánicas de Los Hervideros, que son realmente espectaculares, y el pequeño pueblo de El Golfo. Una excursión a las Salinas de Janubio es adentrarse en la industria artesanal y tradicional de la isla de Lanzarote.
Una sugerencia por si vas a Lanzarote durante tu estancia en las islas Canarias: coge la carretera de la costa que va del pueblo de El Golfo a las salinas de Janubio, en el límite ya del parque nacional de Timanfaya. Atravesarás un río de lava petrificada que se mete en el mar.
Pero la mayor sorpresa todavía está por descubrir: en contraste con los campos de lava negra aparecen múltiples colores en las marismas saladas. La coloración varía desde el verde hasta el rojo intenso, según la concentración de sal en el agua. Conviene ir un día que haga mucho sol. Así la paleta multicolor tendrá tonalidades todavía más vivas.
A un lado de la laguna estuve dando un paseo muy agradable por una calita de arena negra. Pero no te puedes bañar, las corrientes son demasiado fuertes. De todas formas, me encantó y me quedé por allí hasta el atardecer. Luego me convidé a una cena canaria exquisita.