Me sentí cautivado al instante por el pueblo de Sabang. A pesar del constante flujo de turistas que visitan el PNRPP, todavía se pueden encontrar rincones apacibles en los que descansar en una hamaca. La atmósfera es relajada en esta gran playa, ancha y rodeada de cocoteros. Las vistas son maravillosas, con la montaña que sobresale al oeste.
Sabang ofrece una amplia variedad de alojamientos, y es un lugar perfecto para relajarse y disfrutar de tranquilidad sea cual sea tu presupuesto. Aquí no hay tantas fiestas como en Boracay, y se encuentran menos turistas extranjeros que en El Nido. Hay algunas infraestructuras, pero no son excesivas. Los filipinos son muy acogedores y están más acostumbrados a recibir a sus semejantes que los extranjeros. Por ello Sabang me pareció más auténtica que otros lugares que visité en las Filipinas.