Durante nuestro recorrido por Sicilia, visitamos Palermo. Es una ciudad con más de 3000 años de historia, y cuenta con un tesoro artístico inestimable. La ciuda posee 350 iglesias, muchos palacios testigos de las diversas dominaciones, teatros, museos, jardines, en los que en algunos hay plantados árboles de caucho centenarios.
Nos gustó mucho el palacio normando, el teatro Massimo, el teatro Politeama, algunas iglesias, las fuentes, así como la piazza des Quatro Canti. Se trata de cuatro esquinas curvas, adornadas con estatuas y fuentes de estilo barroco español.
Pasamos de la edad media hasta nuestros días sin transición, mientras caminamos por las calles. Allí no falta nada: vendedores ambulantes en las esquinas de las calles, que venden pescado o verduras, casas medio en ruinas, pero habitadas, mercados coloridos, en los que se envuelven en papel las frutas y verduras, barrios ricos y tiendas de lujo.
Qué belleza, qué esplendor desprende la ciudad de Palermo. No hay que detenerse en los barrios y edificios modernos e insulsos, sino perderse entre las numerosas callejuelas, en busca de sus magníficos palacios, sus antiguas iglesias, sus viejas fachadas y plazas sombreadas.
Me gusta Palermo porque es una ciudad llena de contrastes donde lo popular se codea con las maravillas de antaño. Durante un recorrido por Sicilia, quédate allí unos cuantos días para tomar el pulso a esta ciudad única y apasionante.
Además, es una ciudad donde se come realmente bien, probablemente el lugar donde se encuentran los mejores restaurantes de toda Sicilia, así que regálate un homenaje de pizzas y pescados locales.
No sé bien qué pensar de esta ciudad que en un principio parece tan caótica. Mis sentimientos disminuyen a medida que la puedo ver mejor. Los perros callejeros pasan entre los coches y carros que se cruzan en medio del centro de Quattro Canti, el famoso cruce de caminos de la ciudad; las motos aparecen de todas partes. Creí que había atropellado a una que me pasaba por la izquierda cuando estaba buscando cómo salir de la ciudad. Afortunatamente, visité Palermo a pie, algo que te recomiendo hacer (incluso si las distancias puedan parecer largas). Sólo hay que caminar un poco para perderse entre todas esas calles. Es así como en cada esquina se encuentran cosas nuevas: una plaza, una iglesia y otros edificios antiguos, un verdadero placer para los ojos.
Palermo ha sido objeto de varias ocupaciones (romana, después musulmana hasta 1071, normanda a partir de 1072, después germánica, aragonesa, austriaca y francesa bajo los Borbones), lo que ha resultado en una mezcla de estilos: romano, barroco, bizantino, etc., en los edificios del casco antiguo. Aquí tienes una lista de cosas para ver: recorre la via Roma, visita el palacio de los Normandos, el teatro Massimo, la plaza Marina, el cruce Quattro Canti, la plaza Pretoria, el Duomo, la Capilla Palatina, la plaza de San Domenico... Me quedé admirado frente a tanta riqueza arquitectónica, pero el contraste entre los barrios pobres y deteriorados y los edificios restaurados me sorprendió. Es verdad, Palermo tiene una gran cantidad de construcciones magníficas, así como de casas y edificios en ruinas, como en el puerto, que la Segunda Guerra Mundial dejó completamente destruidos. Palermo lleva las cicatrices de un pasado que en algunos casos no es tan lejano. Por ejemplo, me quedé atónito al ver edificios acribillados con impactos de balas, recuerdo de las acciones de la mafia en los años 80.
Por último, para encontrar un poco de calma y salir de esta gran ciudad, te recomiendo ir hacia el hermoso pueblo medieval de Cefalu, un lugar que no puedes perderte durante tu viaje por Sicilia.