Yo hice la visita en inglés, pero también se puede hacer en francés (y unas 15 lenguas más).
Aunque esté en parte destruido, el sitio es impresionante. La entrada con las vías férreas y las barracas de madera (antiguos establos en los que instalaron letrinas) permiten imaginarse de verdad las condiciones de «vida» de los prisioneros, y eso da escalofríos.
El día de mi visita, hacía un sol espléndido pero el ambiente era gélido. Los restos de los crematorios y los comentarios del guía nos hicieron sentir los horrores que tuvieron lugar allí. Auschwitz-Birkenau es el mayor cementerio judío del mundo.
Es totalmente imprescindible durante un viaje a Polonia, aunque, cuando salgas de este lugar cargado de emociones, ya no volverás a ser el mismo.
Birkenau está a tres kilómetros del campo principal de Auschwitz. Se construyó cuando el primer campo se les quedó pequeño... y no perdieron el tiempo. Es un campamento gigantesco: sus límites se pierden en la distancia. Las vías del tren entran directamente en el campo. Cuando llegaban los convoyes llenos de deportados, en seguida los clasificaban: por un lado los hombres, por otro las mujeres; por un lado los que servían para trabajar, por otro los que serían ejecutados directamente.
Hoy en día el campo principal, Auschwitz I, es un museo. A diferencia de aquel, Birkenau se ha dejado tal cual. Te vas «paseando», de un pabellón a otro y puedes ver todavía las camas, las letrinas y aquel espacio extensísimo, hoy completamente desierto y en silencio. Eso hace todavía más difícil imaginarse la escalofriante masacre que tuvo lugar allí. Se trata de una experiencia aterradora que se puede considerar necesaria durante unas vacaciones en Polonia para hacerse una idea de la magnitud de los crímenes cometidos.