Hay que decir que no hay gran cosa que hacer en Ella. Esta ciudad con aires rurales es, más que nada, un punto donde hacer noche en las montañas: un alto estratégico entre las playas del sur, las plantaciones de té de la zona de Nuwara Eliya y el Parque Nacional de las Llanuras de Horton.
Ella es un lugar de paso para senderistas. Su punto fuerte es el ascenso al Pequeño Pico de Adán, que se ve desde Ella, justo enfrente.
Personalmente, me gustó la tranquilidad de sus calles y el fresquito de aquellas montañas tan verdes... ¡un buen reconstituyente! Me quedé muy poco, quizá porque entre tanta calma tuve miedo de dormirme en los laureles.
En realidad, mi motivo principal para pasar por Ella era coger el tren a Nuwara Eliya. Viajar en tren me parece indispensable para cualquiera que quiera moverse por Sri Lanka. Es la ocasión perfecta para mezclarse con la gente de allí. Además, es mejor que los trayectos en autobús por aquellas carreteras llenas de curvas. Y puedes disfrutar mejor de los paisajes excepcionales que hay entre Ella y la estación de Nanu Oya. El tren pasa entre las montañas, selvas y plantaciones de té del centro de Sri Lanka.
Durante un circuito por Sri Lanka, quédate algunos días en Ella. Este pueblecito de montaña es ideal para los aficionados al senderismo y merece la pena visitarlo, aunque solo sea para subir al Little Adam’s Peak.
Me parecieron maravillosas las vistas de las plantaciones de té, los cultivos en terrazas y la preciosa falla geológica conocida como Ella Gap. Estaba tan despejado que por la noche incluso pude ver la luz de un faro que estaba situado en la costa, 70 kilómetros más al sur.
Me encantó la tranquilidad de esta región, con el canto de los pájaros, los grillos y las ranas. También me gustó ver las magníficas cascadas que caen en distintos sitios.