Llegamos en velero a la magnífica bahía de Les Saintes, dominada por su pan de azúcar. Pues sí, es como la de Río de Janeiro, pero en pequeña.
Salimos a descubrir la isla Terre-de-Haut. Es magnífica, apenas hay coches allí. Se alquilan muchos escúters, pero el centro de la ciudad es peatonal. Subimos hasta el Fuerte Napoleón por una ruta bastante empinada. Después de unos 20 minutos, pudimos contemplar las vistas de esta protegida bahía. Nos sorprendió encontrarnos con un museo y un jardín exótico.
Cuando volvimos a bajar, nos bañamos en aquellas aguas turquesas para refrescarnos después de tanto esfuerzo.
Algunos días después, visitamos Terre-de-Bas. Menos frecuentada por los turistas, tiene un pueblo lleno de encanto, Petite Anse, con casas tradicionales y una iglesia. Su gran playa de arena blanca es preciosa.
Les Saintes es un lugar mítico. Estas dos pequeñas islas vecinas de Guadalupe son increíbles desiertos flotantes. A Terre-de-Bas, la más occidental de las dos y menos turística, sus playas son salvajes, diamantes en bruto. Me encantó en especial pasear por la exhuberante y montañosa selva del centro de la isla, lo que contrasta con el resto de la costa, que es más árida.
Prestad sin embargo atención: no encontraréis muchos servicios adaptados al turismo (restaurantes y hoteles incluidos), en la isla de Terre-de-Bas.
Terre-de-Haut es más turística que su isla vecina en Les Saintes, gracias a su increíble playa que ocupa el tercer puesto a nivel mundial como la más hermosa del mundo. La bahía es muy bonitapero algunas veces se llena de gente, lo que mitiga el disfrute. Por contra, encontraréis bastantes hoteles donde dormir durante vuestro viaje por Guadalupe.
Visité Les Saintes desde Trois Rivières, el puerto de Guadalupe más cercano a estas pequeñas islas. El barco tarda una media hora. La llegada de Terre-de-Haut Bay merece su reputación: simplemente hermosa; yates anclados en la bahía, con vistas al Pan de Azúcar; pequeñas casas criollas de colores; exuberante vegetación....
Les Saintes son un remanso de paz y belleza; una etapa de visita obligada durante vuestro itinerario por Guadalupe. Estas islas son bastante pequeñas, por lo que sobretodos los desplazamientos los podréis hacer en bici, a pie, o bien en moto.
Yo recorrí toda Terre-de-Haut a pie. (Por falta de tiempo, no fui a Terre-de-Bas, que se dice que es más tranquila y menos poblada que su vecina.) Por consejo de un amigo, empecé a ir de excursión a Trace des Crêtes, que va desde la playa de Grande Anse y conecta las colinas de la Bahía de Pont Pierre. Para llegar a Grande Anse, se pasa por hermosas casas criollas, también frente al estadio, a los pies de las colinas... y por el cementerio, con sus tumbas tradicionales. El ascenso de Grande Anse fue excelente: un espléndido panorama revela entonces, en las colinas verdes, la única pista de aterrizaje y la playa. Pero me detuve en mi ruta por un propietario contrariado, me hizo dar la vuelta. La ruta Trace des Crêtes ya no existe desde hace mucho tiempo, ya que parte del sendero discurría por una propiedad privada. Así que fui a la Bahía de Pont Pierre, por el camino habitual desde la ciudad. Después de nadar, bucear y disfrutar de la vista de esta playa idílica por la mañana, fui hasta el Fuerte de Napoleón. En el camino, las iguanas tostándose al sol correteaban por entre nuestros pies. Una vez en lo alto, vimos que el Fuerte estaba cerrado, como es normal todos los mediodías. Pero realmente merece hacer esta ruta sólo por las vistas, que son impresionantes, y en especial de Chameau, el pico más alto de la isla con 309 metros de altitud.