Pointe à Pitre es un área urbana grande, útil para ir de compras cuando se vive a bordo de un velero, y punto de visita obligada durante un viaje a Guadalupe. Atracamos en el puerto deportivo, que cada cuatro años acoge la Ruta del Ron. Se encuentra muy cerca del centro de la ciudad, así que nos fuimos a visitar los mercados, muy coloridos.
La primera fue el de San Antonio un edificio histórico protegido. Está alojado en una enorme nave ubicada en el punto más antiguo de Pointe à Pitre. Madrás, guadalupeñas vestidas con trajes tradicionales, gran variedad de rones y una multitud de especias que cosquillean las fosas nasales.
Luego visitamos un segundo mercado, el de la Darse, que rebosaba de frutas, a cual más exótica y tentadora; también había verdura y legumbres de excelente calidad, sin olvidar los pimientos y otros productos típicos de las Antillas. Nuestro paseo nos llevó después algo más lejos, hasta llegar a la lonja de pescado. Los pescadores tenían de todo para deleitar nuestro paladar; de hecho, salimos de allí bien aprovisionados. Atraídos por la música antillana, nos dirigimos hacia ella y disfrutamos de un Ti'Punch o "petit punch" (expresión criolla que significa pequeño ponche) mientras admirábamos el devenir de la calle.
Pointe-à-Pitre es una ciudad y una capital importante, más de 100.000 habitantes viven en ella, y eso se nota bastante. Desgraciadamente, no guardo un recuerdo muy bueno de esta ciudad, que me pareció demasiado densa, muy agresiva y poco cautivadora.
Algunos edificios datan de la época colonial, y vale la pena verlos, pero en general, recuerdo haber encontrado la ciudad demasiado moderna y muy poco auténtica. Durante un recorrido por Guadalupa, no recomiendo especialmente quedarse allí mucho tiempo.
Si quieres darte un paseo por el centro de Pointe-à-Pitre, acércate al agradable mercado de San Antonio, donde podrás contemplar algunas casas antiguas criollas, o incluso artistas callejeros tocando música.
Pointe-à-Pitre consiste sobre todo en sabores y aromas. En efecto, cuando le pregunto a mis amigos lo que recuerdan de esta ciudad, todos responden: «¡Los mercados!», y yo estoy de acuerdo totalmente con ellos. El mercado cubierto de Saint-Antoine, conocido como el mercado de las especias, es toda una institución en Pointe-à-Pitre. Por sus pasillos, cada día se desplegará ante ti todo un festival de aromas y sabores. Que no te pase como a mí: ten cuidado y no te dejes llevar por las vendedoras insistentes que te toman de la mano para enseñártelo todo y que intentan venderte algo a cualquier precio. Los precios no están marcados y todo depende de lo que decidan estas mujeres sobre la marcha. A pesar de eso, conservo muy buen recuerdo. Sin embargo, en los puestos del mercado de la Darse, a tres minutos andando del mercado de las especias, podrás comprar cosas que raramente encontrarás en Europa. Te aseguro que los sabores no tienen nada que ver: aguacates, piñas de la variedad "Bouteille", además de carambolas, guayabas, mangos, plátanos "Cavendish", maracuyás, guanábanas, manzanas caramelizadas... Yo me di todo un festín. Además, el pescado es fresquísimo: ¡una delicia! Las tenderas, vestidas con su traje criollo de colores, te llamarán "doudou" (peluchito). Quizá sea un poco demasiado turístico, pero yo me dejé llevar por el juego y los productos que venden merecen mucho la pena.
Aparte de los mercados, no me pareció que esta ciudad tuviese demasiado interés, aunque sí que hay algunas fachadas coloniales del siglo XVIII. En mi opinión, Pointe-à-Pitre no es representativa de la riqueza natural y del patrimonio cultural de esta magnífica isla. Sin embargo, hay algunos edificios a los que merece la pena echar un vistazo, como la iglesia de Saint-Pierre et Saint-Paul, con una carpintería y una estructura metálica que sobrevivieron a las catástrofes del siglo XIX que asolaron la ciudad (un terremoto y un incendio), así como «La Renaissance», el primer cine de Guadalupe, situado en la plaza de la Victoire. De hecho, el centro de la ciudad se puede ver fácilmente en medio día, así que tampoco te entretengas demasiado en Pointe-à-Pitre. Teniendo en cuenta su ubicación, para mí es el punto de partida ideal para tu viaje por Guadalupe, que te reservará muchísimas maravillas.