Durante mi viaje por Belice, eché el ancla en el lago de Cayo Tabaco y el color del agua me atrajo como un imán. No me decepcionó, tuve la impresión de estar metida en un acuario gigante. Los curiosos peces multicolores se acercaban tanto a mí que casi podía tocarlos. Jugué con algunos y vi a unas bonitas langostas en un agujero, solo sobresalían las antenas.
Después, fui a pasear por la playa y me planté con un buen libro a la sombra de un cocotero, donde me quedé medio dormida. Era un sitio muy tranquilo y relajante.
En la isla, algunos hoteles ofrecían submarinismo o pesca deportiva, pero Cayo Tabaco sigue siendo un pequeño paraíso aislado ideal para bañarse y no hacer nada.
Con mucho, la parada que más me ha gustado en mis vacaciones en Belice, Tobacco Caye es un pequeño atolón en el corazón de la misma barrera de coral. Mientras hacía la travesía en barco desde Dangriga, fue con fascinación y emoción que vi aparecer este pequeño espejismo en la costa. Todavía me acuerdo de la extraña sensación, como si mi vista me estuviese jugando una mala pasada. Pero no, Tobacco Caye no es una ilusión, esta pequeña extensión de aproximadamente 1 km de largo, está cubierta de arena blanca y cocoteros. Nada más amarrar la barca al muelle me saqué los zapatos para saltar a la isla y recorrer la inmensidad de agua turquesa que cubre este paisaje de 380 grados.
Luego pasé tres días bajo el agua equipado con mis gafas y mi tubo observando a las enormes rayas onduler con gracia por el fondo del mar. Una vez saciado por tanta belleza, me quedé sobre la playa de la isla recibiendo un agradable bronceado, y saboreando un delicioso pescado a la parrilla recién capturado por el personal del hotel. Pero sobre todo Tobacco Caye es un entorno ideal para una escapada romántica, con el agua turquesa y los fondos marinos multicolres. A penas hay cuatro alojamientos en la isla para recibir a los viajeros en este pequeño rincón del paraíso.