Si viajas a través de Nueva Zelanda para descubrir su lado natural y salvaje, no puedes perderte los Marlborough Sounds. ¡A pesar de lo difícil del acceso, recompensa con creces a los viajeros amantes de lo inesperado, de la soledad y de la naturaleza!
Al contrario que muchos lugares neozelandeses, los Marlborough Sounds (casi) no son accesibles para las personas motorizadas Puesto que se trata de un territorio esencialmente marino, formado por estrechos canales que serpentean entre montañas, es virtualmente imposible circular por allí si no es por vía marítima. Eso significa que debes elegir entre utilizar los servicios de una compañía turística local, tomar el barco postal o contar con tu propio material (canoa, kayak...) y lanzarte -literalmente- a la aventura y descubrir este increíble universo.
Antes de salir es imprescindible que tengas en cuenta algunos elementos: saber que los encuentros humanos son tan aleatorios como raros, poseer obligatoriamente un mapa detallado de los lugares para orientarte, prevé varios días de comida (si quieres ser autónomo) y tratar, al máximo, de anticipar tus etapas y los lugares para descansar. Lo más simple, para explorar los Marlborough Sounds, es salir de Havelock, la capital mundial del mejillón verte, un plato tan delicioso como desconocido. Esta pequeña ciudad es fácilmente accesible desde Picton (vía la destacada y sinuosa Queen Charlotte Coastal Road) o Blenheim.
Como no vas a un lugar turístico habitual, tómate (realmente) tu tiempo para prepárarte, ¡así evitarás las sorpresas desagradables!
Si te atrae una Nueva Zelanda civilizada, cultural, donde pasearás por las calles de cemento e irás de museo en museo sin preocupaciones, ¡no hace falta decirte que desconectarás completamente en las Marlborough Sounds! Aquí, lo único que podrás admirar son los paisajes y las únicas obras a describir serán las de la Madre Naturaleza: vastas montañas verdes destacan en un paisaje de canales, un cielo sin ninguna contaminación lumínica e infinitas posibilidades para practicar senderismo.
Los encuentros humanos son posibles y, sin duda alguna, te dejarán recuerdos inolvidables pues allí sólo viven los que lo han elegido: ganaderos, guías turísticos jubilados y, aquí y allí, algunos raros, bellos (y caros) hoteles. ¡Tomar una cerveza al lado de un hidroavión, al fondo de una ensenada, después de haber remado con zagual durante todo el día es una experiencia que hay que vivir al menos una vez durante un viaje a Nueva Zelanda!
Por otra parte, una forma alternativa de turismo es posible, gracias al voluntariado de tipo Helpx o Wwoofing. Si quieres vivir en una granja durante algunos días y ganarte así tu alojamiento y tu manutención, ¿por qué no probar la experiencia? También puedes alquilar pequeñas casas durante una semana, en verano, y desconectar del mundo (el móvil funciona muy mal e internet casi no existe). ¡Les Marlborough Sounds:una experiencia en un entorno único!