Con influencias de la cocina egipcia, libanesa, siria o incluso turca, la gastronomía jordana ofrece una gran diversidad de platos deliciosos que quizá conozcas, como los mezzes y el falafel. Si te encuentras por el sur del país, no te pierdas la marina de Áqaba, a orillas del mar Rojo. Allí podrás probar pescado fresco a la plancha o bandejas de marisco, ambas especialidades de la región. Cae también en la tentación de una limonada a la menta o lemon mint: esta bebida típica de los países levantinos marida perfectamente con el pescado.
Amán, la capital del país, cuenta con numerosos restaurantes de renombre donde podrás darte el capricho de probar kefta, carne de ternera picada en forma de bolas sazonadas con perejil. Algunos incluso organizan regularmente talleres de cocina. Con la supervisión de un chef, podrás aprender a elaborar platos típicos como la maqluba, a base de arroz, pollo y verduras. Al finalizar el curso probarás tus platos en compañía del profesor y el resto de los alumnos.
Por último, el ritual del té o chaï, es muy importante, sobre todo para los beduinos, que lo acompañan de salvia y mucha azúcar para equilibrar su sabor amargo. Es posible que te los encuentres en los alrededores de Petra.