Fue en Chugchilán donde terminé una ruta de tres días alrededor de Quilotoa. Ahora que lo pienso, es uno de los mejores recuerdos que guardo de mi viaje a Ecuador.
Chugchilán es una aldea en la montaña, plantada a nada menos que 3200 metros de altitud. Se encuentra en medio de unos paisajes tan increíbles como solo Ecuador podría ofrecer. Muchos lo describen como un pueblecito apacible. Me gustaría añadir que, después de tres días de marcha a pie por las montañas, para mí fue además una etapa perfecta para recuperar fuerzas.
En cuanto al alojamiento, no hay mucho donde elegir. Para pequeños bolsillos solo hay uno. Es muy agradable, sobre todo por la sala de estar, donde te encuentras con mochileros de todo el mundo sentados alrededor de la chimenea.
Estuve trabajando un par de semanas en un albergue en Isinlibi, también en el circuito Quilotoa, y me las arreglé para encontrar un día y medio para ir a Chugchilan, del que tanto oí hablar en el albergue de boca de los senderistas, que solían llegar muy cansados.
Pero sin hacer locuras. Sabía que era más fácil hacer Chugchilan-Isinlibi que la ruta inversa, así que hice el primer tramo hasta Sigchos, donde cogí el autobús a Chugchilan. ¡Llegué pasado el mediodía y ya hacía frío! Típico. Calor por la mañana, después hacia las 14h aparecen las nubes, y ya está, se acabó el buen tiempo.
Por eso me fui al albergue a descansar. Sabía que me esperaba un día duro (con autobús a las 5h). Y, ya que estaba ahí, decidí ir a la laguna de Quilotoa y después tuve otras 4-5 horas antes de retomar la marcha hacia Isinlivi. Di un paseo por el pueblo, pero no hay gran cosa que ver. Me informé sobre las cosas a hacer en la zona, al parecer se puede montar a caballo y/o visitar una fábrica de quesos, pero ya era tarde y no al día siguiente no había tiempo... Me fui a la cama temprano: el día siguiente iba a ser largo.