El desierto de Atacama esconde numerosos tesoros naturales en medio de una flora y una fauna que se encuentran tolamente preservadas en las lagunas Miscanti y Miñiques. No te puedes perder la visita a estos lugares durante tu viaje a Chile.
Situadas a más de 4.000 metros de altitud en la reserva nacional Los Flamencos, las aguas turquesas de las lagunas Miscanti y Miñiques contrastan con las rocas color ocre y las hierbas amarillas del desierto. Delante de tus ojos, deslumbrados ante tanta belleza, se despliega una verdadera paleta de colores.
Es imposible no quedarse atónito contemplando estas lagunas que, como si fueran espejos gigantes, reflejan los volcanes Miñiques y Miscanti. Este último es un volcán sagrado para los habitantes de Socaire, una pequeña aldea vecina de 300 habitantes. Nadie puede acceder al lugar sin el consentimiento previo de la comunidad indígena.
Uno se siente solo en el mundo en esta región tan sorprendente. El silencio lacustre no hace más que amplificar esta sensación. Solo algunas vicuñas que vienen a alimentarse rompen la calma de este lugar tan cautivador. ¿Por qué no aprovechar para meditar un poco? Solo depende de ti.
Es imposible hacer un viaje en Chile sin visitar el desierto de Atacama, y es imposible viajar al desierto de Atacama sin pasar por las lagunas Miscanti y Miñiques.
Por mi parte, tuve la suerte cuando estuve allí de tener condiciones climáticas excepcionales. De esta manera, pude admirar las lagunas bajo casi dos metros de nieve. Un paisaje maravilloso a 4.350 metros de altitud. Debido a esto, cuando estuve en el lugar, el blanco resplandeciente hacía que el azul de la laguna resaltara aún más. Es magnífico. A lo lejos, se ven correr las vicuñas sobre un fondo de inmensos volcanes.
Te aconsejo especialmente la excursión que sale de San Pedro de Atacama. Si reservas con antelación, podrás incluso dormir en una cabaña sobre la laguna Miscanti. Apenas hay tres plazas para vivir esta sensación única de estar solo en el mundo en medio de la nada.
Recomendación preliminar: si tienes planeado pasar una jornada fuera en las lagunas Miscanti y Miñiques, lleva varias capas de ropa porque se pasa fácilmente de un clima cálido al frío glaciar. Una vez descubierto el Salar al anochecer, hemos seguido caminando por una pista (muy buena) en dirección a las lagunas altiplánicas.
El paisaje va cambiando poco a poco y al final solo quedan montañas y volcanes en diferentes tonalidades de marrón y la estepa recubierta de hierba amarillenta y seca, la "paja brava". La llegada al lugar es absolutamente teatral y nos deja con los ojos abiertos: desde la parte superior de una gran cuesta se ve de lleno la laguna Miscanti, de un azul profundo. El juego de colores deja sin respiración... Al igual que el viento, que aulla con todas sus fuerzas. El frío nos hace temblar a pesar de la ropa que llevamos, pero nos acercamos igualmente a las lagunas, dominadas por los majestuosos volcanes que llevan su mismo nombre. Tengo problemas para concentrarme en las explicaciones que nos da el guía debido al viento aullador y el frío polar del final del día, pero he disfrutado mucho de la majestuosidad de este lugar. En la ruta hacia San Pedro de Atacama nos encontramos otra perla: una increíble puesta de sol con tonos rosados y rojizos. Una jornada en la que he tenido la impresión de poder disfrutar de toda la belleza que la naturaleza puede ofrecernos.